Las posiciones donde la pareja puede sentarse son ideales para sesiones más largas ya que ambos pueden ser poderosos y más relajados. El nivel de intimidad es elevado a través de los ojos, para muchas mujeres esta es una posición excelente ya que pueden llegar al clímax fácilmente y disfrutar de la penetración.
Mis dedos expertos desatan rápidamente los botones de tu camisa, las yemas se quedan colgadas unos segundos en la hebilla que se torna líquida a la hoguera del desenfreno, poso mi mano con firmeza sobre el jean abultado.
-¿Esto es para mí?
Un –si- ahogado alcanza a escaparse de tus labios.
Hundo la mano en tu cabellera con intenciones de arrancarla, pero al final solo despejo el camino para que mis labios sigan el latido, te clavaría los dientes en el cuello palpitante, pero aún disfruto de tu temperatura.
Libero el sexo sediento y lo alimento con mi saliva que se escurre a chorros hasta caerme en las piernas, el ojo curioso escarba en los sonidos buscando palabras de amor o tenues gemidos, nunca se siente demasiado húmedo, incansable golpea, gotea, anhela.
Vuelvo a tu rostro suplicante y te empujo al lecho, -te quiero dentro de mí- el silencio cómplice me guía a gatas sobre tu cuerpo, enrosco mis largas piernas en tu cintura y me cuelgo de tu cuello, tu verga hinchada y húmeda estimula mi clítoris y me arranca los primeros quejidos dulces, fricción que enciende y quema todo a su alrededor hasta fundirnos el uno en el otro y hacer un solo cuerpo que comparte los labios, comparte las miradas, comparte las almas.
La luna guía la marea de mis caderas, que chocan contra las rocas afiladas de tus montañas. Te enganchas en mi mirada con todas tus fuerzas, no quieres perdernos, estallar en pedazos cósmicos que arruinarían la perfección de mi universo. Llueve, llueve en tu piel, llueve en la mía, llueven los sexos intoxicados, llueven los ojos hasta inundarnos, ahogarnos y morir en un abrazo.
Lactante, cuelgas tus labios de mis pechos buscando la caricia.
