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  • Foto del escritorZelda Zonk

BDSM mi primera vez

¿Qué pie debo bajar primero para tener un excelente día? Aunque no soy supersticiosa pero, por las dudas le voy a hacer caso a la experiencia popular amante del horóscopo, igual nada me cuesta.

Riiin mi teléfono del trabajo

-Hola te llamo por tu servicio

Y empiezo a recitar el lere lere que las sexo servidoras nos sabemos de memoria en el que incluimos tarifas, servicios, dirección y algunos cuantos mi vida o mi amor.

-Mira no te vayas a asustar por lo que te voy a proponer

-Has tenido experiencias con poleas? Sadomasoquismo?

En ese tiempo todavía era muy novata entonces mis alertas de "no quiero morir" empezaron a llenar mi cabeza, pero a la vez siempre he sido muy curiosa y me dejo excitar por las experiencias nuevas, así seguí escuchando con atención.


Al final me dejé convencer y pacté la cita.

El "CLIENTE BDSM" como lo llamé desde ese momento me había pedido que usara una falda y camisa al estilo secretaria. Así que una hora antes de la cita me metí a la ducha aún dudosa si cancelarle el encuentro, mi cabeza me detenía pero mi vagina me fue llevando por los siguientes pasos, siempre me excito mucho previo a una cita y el baño era especialmente morboso, mi piel estaba sensible entonces la caricia del agua caliente y mis manos jabonosas eran un deleite.

Deslicé las medias desde mis pies y las sujeté con el liguero negro, siempre fantaseando en como me lo van a quitar, para completar un brasier que combinara y pusiera apetitosos mis pechos, falda, camisa, labial rojo y línea negra delineandome los ojos.


Confirmé la habitación, tomé un taxi... y lista para mi encuentro.

A un segundo del toc toc la puerta frente a mí se abrió mil veces en mi mente y me encontré a todos los varones que me conocen. Por fin, la abre un hombre de mediana edad, delgado, la cara con facciones suaves y su cabello un poco canoso, uff respiré aliviada, no parece del tipo amante de la sangre. Solo del dolor?

Sacó unas vendas elásticas de color celeste, las había traído de españa me contó, estaban diseñadas para no lastimarme, las empezó a atar a los costados de la cama, mientras me explicaba:

-Te voy a atar de manos y pies en la cama, te voy a poner un antifaz en los ojos, cuando algo de lo que haga te esté molestando dime que pare.

Mis condiciones quedaron claras para ti? le dije

-Claro, no habrá penetración y ningún fluido sobre tu cuerpo.


Empecé a desabotonar mi camisa

-Detente lo voy a hacer yo

Se acercó a mí de una forma intimidante, dejé caer mis manos a los costados de mi cuerpo y adopté un estado de indefensión, entendí que desde ese momento era suya, iba a aprovechar mirándolo mientras pueda, el clavó sus ojos en mí y empezó a desnudarme, el deseo se le notaba en las mejillas, me dio la vuelta y bajó despacio la cremallera de mi falda, con sus palmas abiertas la deslizó y luego subió las puntas de sus dedos por mis piernas cerró los ojos ante la sensación del nylon.

-Acuéstate

Empecé a sentir temor y excitación, tomó mi mano y me sujetó de las muñecas, luego los tobillos, preguntado cada vez con firmeza

-Está bien?

Yo no podía articular ni un monosílabo, solo movía la cabeza y entregaba el siguiente miembro.


Oscuridad.


Los sentidos que me quedaban se agudizaron, la sobrecama me hería más que las poleas, luego un sonido shiiiiiiiii... empecé a oler el yute en el que metería mis partes para ser arrojadas al río, un sudor frío me recorrió el cuerpo y él sin decir una palabra acercó a mi mejilla un vibrador, me volvió el alma al cuerpo, pero mi estado de alerta me había puesto extremadamente sensible.

La vibración recorrió cada parte para detenerse en mi clítoris en ese punto estaba muy mojada, él jugueteó con mi vulva, nunca me puso un dedo encima, aunque había dicho que no aceptaba penetración en ese momento suplicaba por tener dentro el vibrador o a él, empecé a pedirlo.

Él no hablaba

Quería verlo, olerle, sentirle, que me tocara, era un suplicio, que se acallaba con el toque del vibrador suavemente lo acercaba a mi clítoris y lo alejaba cuando veía el placer en mi rostro, implacable ante mi piel que deseaba su tacto, implacable ante mis oídos que anhelaban sus palabras.

Empecé a escuchar sus gemidos muy leves, mis súplicas le excitaban, generoso y clemente me regaló un orgasmo solo con el vibrador sobre mi clítoris.

Él también dejó su semen sobre el piso de la habitación.



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