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  • Foto del escritorZelda Zonk

Encontrar nuestro camino (cáncer)

La manera en que vemos la sexualidad entendida como el conjunto de prácticas o de conductas que se orientan a la búsqueda del placer sexual está determinada por nuestro entorno, vivencias, cultura, tiempo, pero también la condicionan nuestras capacidades físicas, por ejemplo ¿alguna vez han pensado que la expresión ponerte en 4 no tendría sentido si te faltara una pierna? O ¿cómo sería tu vida si quisieras masturbarte y no contaras con tus extremidades superiores?


Continuamente hacemos juegos sexuales basándonos en la supresión de algún sentido para encontrar nuevas formas de placer, para forzarnos a potenciar otras habilidades, ¿quién no ha jugado en la intimidad a vendarse los ojos? Y ha usado el tacto, el gusto o el olfato para disfrutar del placer.


En mi trabajo he tenido varios casos de personas con distintas situaciones vitales que les han obligado a buscar maneras diversas en que pueden vivir su sexualidad, tres casos me han tocado de manera especial. Uno de ellos marcado por el dolor físico y emocional del cáncer, el segundo con una enfermedad cutánea autoinmune “psoriasis” que le hacía lucir un cuerpo no estético y el tercero una persona ciega. Voy a hacer la entrega semanal de cada relato.


Mi afán es compartir los hechos que me han llevado a ver el coito y la sexualidad de una manera integral, yo digo física, emocional y circunstancial. Observar a una persona que se sale de lo que consideramos normal o deseable y darle la oportunidad, o en realidad darte la oportunidad de entender que el sexo trasciende la genitalidad, que es comunicación, son relaciones y emociones.



Había estado conversando con este cliente un par de semanas. Era un hombre atento, cariñoso e inteligente.

-Necesito verte hoy. He decidido que si estoy capacitado para tomar decisiones.

-¿Y eso. Estás seguro ahora?

-Sí, veámonos por favor

-¿Quieres algo especial para tu primera vez con una escort?

-No sé si soporte ver a la persona que me ha tenido en ansiedad 2 semanas. ¿Y tú le quieres sumar una carga de sensualidad?

-Ok ok. Piensa que va a ser otro mensaje pero ampliado.


Llegué a la puerta de esa habitación con una gran sonrisa y las expectativas en las nubes, pensé sorprenderlo con alguna frase filosófica que reforzara nuestras charlas previas y me dé una imagen sofisticada e intelectual.


Abrió la puerta un hombre alto, bastante delgado, semblante cansado, manos temblorosas y con una gorra que no disimulaba su calva, pensé que me había equivocado de habitación, no sería raro, así vivo, perdiéndome y encontrándome en la vida y en los pasillos laberínticos de puertas enigmáticas.

-Hola Zelda!! Eres mucho más bonita en persona.


Era la misma voz de los audios que había estado escuchando durante estas semanas, grave y varonil.

Tacón al frente y mi silueta desaparece en la obscuridad de la habitación.

-¿Ni luz, ni tele?

-Ni celulares, sí libros.

-Estoy empezando a reconocerte.


Nos sentamos en los pies de la cama y conversamos sin parar, de vez en cuando pasaba sus yemas por mi hombro para retirar mi cabello.

-Quiero recostarme un momento, me siento cansado. Estoy bastante enfermo.

-Te ves enfermo, pronto te vas a poner bien y espero que quieras mover otros músculos a parte de la lengua.

-No me voy a poner bien, por eso quería verte, Zelda tengo un cáncer contra el que ya no tengo ganas de luchar, estoy harto de hospitales, de medicinas. Pero más harto estoy que me traten como un niño y no me dejen decidir ni como me quiero morir. Necesito sentir el calor de una mujer, no he podido conocer a nadie en estos años de terapias, me he preocupado mucho por salvar mi vida y no he podido vivirla.


No tenía palabras, acerté solo a poner mi cabeza sobre su pecho y mi cuerpo muy pegado al suyo. El olió mi cabello y jugueteó con él hasta que nos fuimos.


En los días siguientes no le contesté los mensajes. No tenía por qué lidiar con eso!! Pero no lo pude sacar de mi sistema, además después de 2 semanas de mensajes ya me había acostumbrado a su irrupción. Tenía rabia con la vida, con el mundo. Al final le escribí una carta, normalmente la pluma es mi desfogue, entre tinta y lágrimas le mandé un mensaje, ahora quería verle yo.


Las siguientes semanas nos vimos por lo menos una vez en cada una, casi nunca teníamos sexo coital pero siempre hacíamos el amor.

Me ha besado las yemas de los dedos

Nos hemos quedado dormidos juntos

Le he descubierto robándome comida

He sujetado su mano entre las mías y soplado mi aliento para darle calor

Me ha mordido el pulgar del pie

Me he puesto su camiseta para ir al baño

Le encanta como huele mi cabello

Leo cuentos eróticos mientras juego con su pene

Hoy me ha pedido que vayamos a la playa



Tomamos jubilosos el bus en el Swisshotel y prometo que disfruté cada segundo, cada bocado, el agua, su presencia, su charla, el sol, el mar. Nunca le vi mal, o no le quise ver sufriendo, para mí solo estaba un poco cansado a veces, no se me ocurrió el esfuerzo que hacía para no demostrar flaqueza, para no preocuparme.

-Eres mi medicina. El mejor viaje de mi vida, y puede ser literal.

-Ese humor negro es odioso. Descansa.


Eso fue lo último que me escribió. Luego los mensajes no fueron contestados, las llamadas ignoradas, la angustia me llevó a tocar el timbre de su casa, nos habíamos disfrutado ahí un par de veces. Su hermana salió a mi encuentro.

-¿Vos eres la prostituta que le saca la plata a mi hermano?


Él siempre insistió en pagarme. Decía que era mi tiempo y era mi trabajo, que él respetaba eso, así me había conocido.


-Solo quiero saber cómo está

-Lárgate de aquí puta! ¿Quieres plata?

-No, solo quiero saber si está bien.


Y la puerta en mi rostro, la historia se acabó como empezó con una puerta ante mis ojos.

Solo que en la primera puerta entró una mujer y esta dejaba por fuera a otra.




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