Sanar el femenino

Soy una controladora

Me lo ha dicho mi terapeuta... ¿pero que se esconde detrás de este accionar tan baja líbidos ?

¿Cómo me alejé de mi energía femenina? ¿En qué momento desaprendí mi propia naturaleza?

La energía femenina yo la puedo definir como una corriente marina juguetona que está, en la vida, en el mar, solo siendo ella misma. Es la tierra fértil que te cuida, nutre y abriga, oscura y húmeda, cercana. El recipiente donde se deposita y cocina la vida, la hoguera magnética al rededor de la que todos quieren estar, el abrazo calientito del alma de la familia, el oasis de la pareja, donde el masculino puede relajarse, el descanso, el puerto, la luna, cobijo casa.

Es vida, es disfrute, es agua, confianza, juego, risa, amor, poderosa en la quietud, mágica, intuitiva.

Y el control también lo puedo definir como todas aquellas cosas de las que me hago cargo por miedo. Tengo miedo, mucho miedo, terror. ¿De qué? De volver a vivir todas esos episodios que no pude controlar cuando era niña. Tengo miedo de que si me suelto, si fluyo y confío van a volverme a lastimar, a humillar.

Siento que muchas mujeres se pueden identificar con esto, con la compulsión de tratar de que las personas a nuestro al rededor se mantengan a salvo haciendo y siendo lo que yo digo, la compulsión de creer que yo sé que es lo mejor para mi familia y cuando mi naturaleza es ser casa yo le pongo primero una cerca porque no quiero que nadie extraño mire al interior, corto el césped muy bajito para que ningún bicho nos lastime, me viene bien una cámara en el timbre para identificar a cualquier sospechoso, vaya no nos limitemos, que sean cámaras al rededor de toda la propiedad, con detector de movimiento para estar atenta a la más ligera irregularidad, ventanas tapiadas por los ladrones, puertas cerradas para quitar el acceso a sustancias peligrosas, gradas antideslizantes

Pasamano

cerraduras

no pantallas

hora de llegada

disciplina

mano dura

hipervigilancia

ese muchacho no me gusta

no te vistas así

¿por qué llegas a esta hora?

pásame tu ubicacción

¿Qué estás mirando?

No digas esas cosas

En esta casa se hace lo que yo ...

¿Yo? Yo solo no quiero volver a ser lastimada

Y de pronto sin darme cuenta la que lastima soy yo, la que encarcela, la guardia del año del panóptico de Focault soy yo, la dragona soy yo... y así tan fácil repito la historia y me quedo vacía, de la cárcel se huye, a la casa se vuelve.

¿La solución? En la vida hay 2 caminos, el miedo y el amor, El miedo te lleva al control, a querer levantar muros, a decidir por el otro a que huyan de ti y el amor... el amor te lleva a mirar de frente al miedo que sintió esa niña, y abrazarla desde tu adulta, decirle que ahora se puede relajar que ya eres grande y cuidas de ella, nadie la va a volver a lastimar porque te tiene. Mirar de frente a la vida en todo su esplendor, sabiduría y grandeza, sabiendo que lo que viviste no se podía evitar pero ahora tienes la oportunidad de no perpetuar esa realidad mediante el control. Comprender que esto que tú estabas cargando hacía daño a la gente de tu alrededor, y quizás quién lo llevó antes que tú y te hizo daño también vivió lo mismo y no supo trascenderlo, desde la empatía puedes perdonar sabiendo que no hay nada que perdonar.

Cuando eliges el amor por encima del miedo ocurren milagros

No es un camino fácil, pero tú sabes que tu naturaleza femenina está ahí, dentro de ti, deseando, anhelando que sueltes y te relajes, que juegues y rías, que cobijes, gestes, nutras y seas feliz en tu autenticidad en tu poder, no viviendo la vida y el dolor que otro te quiso heredar. Sanar el femenino

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